domingo, 20 de noviembre de 2011

QUERER LO QUE NO QUERIAS



No sé como lo habrán descubierto los científicos, pero es verdad que cuando pruebas algo, después quieres volver a tenerlo una y otra y otra vez. Así pasa con el chocolate, con los zapatos, con la ropa, con las pizzas, con las papas fritas, con la comida que ofrece ese payaso de pelo rojo y traje amarillo y también con las relaciones.
Tanto tiempo sin una relación semi estable había olvidado lo bien que se siente, y la adicción que esta te puede provocar y que cuando la dejas quieres volver a tenerla pese a todos los motivos que te hicieron dejarla.
Una vez ya en la gran ciudad me enfrentaba a la realidad, y en esa realidad estaba volver a estar sola. En ese momento no lo quería, no quería tener ningún momento libre para que mi mente empezara a armar sus ideas atrofia cerebros, y a ponerme entre ceja y ceja la idea de que extrañaba a Señor cool. Fue entonces que apareció Señor Haka. Pensé en porque no darle una oportunidad, había estado siempre ahí para darme consejos y nunca desistió sobre su idea de estar conmigo un día mientras yo estaba con Señor Cool y le decía mil veces que no.
Así fue como acepte tomar unos tragos con él durante unos días, lo que provocó que cada vez nos acercáramos mas hasta que terminamos con un trato de por medio. Hay veces que me pregunto si el habrá sabido desde el principio que en algún momento iba a aceptar salir con el ¿tanta fe podía tener en el mismo? La verdad ese tema me tenia sin cuidado, ya que en esos momentos su compañía me hacia feliz y me desconectaba de cualquier idea con Señor Cool.
Por un tiempo estuve bastante entusiasmada con nuestro contrato, me hacia reír, no pasaba tiempo sola, incluso pase más tiempo con el de lo que pasé con cualquier pareja en tan poco tiempo, sin ser pareja. Quizás era porque me daba justo lo que necesitaba y más. Lo mejor de nuestra amistad era que nunca involucramos sentimientos, por lo menos por lo que se.
Sin embargo  un día llego a mí  eso de lo que estaba huyendo. De pronto sentí la necesidad de querer volver a estar completamente sola. Ahora solo quería tiempo para mi, quizás para pensar, quizás para calmar mi actuar o simplemente había llegado el momento de terminar con mis días ajetreados.
Por eso cuando Señor Haka llamo en la noche, supe que era lo que tenía que decir. Le explique que ya no era buena idea vernos, que todo lo que él me había dado había sido increíble pero había llegado mi momento de estar completamente sola. Simplemente estaba en busca de tranquilidad. Sonaba como esas frases típicas de películas de cuando los hombres mienten, pero era la verdad, yo no mentía, realmente quería eso.
¿Por qué cuando tenemos mil oportunidades de tener lo que queríamos, ya no queremos tomarlas?
Con señor Kutsman tenía la oportunidad de tener todo lo que una mujer sueña, un hombre guapo, con un acento extranjero, que abre las puertas de todo para ti, te cuida y vuelvo a recalcar, muy guapo. Y por otro parte tenia a Señor Haka, que si bien éramos amigos, me daba justamente lo necesario para no necesitar algún tipo de relación con alguien. Entonces ¿Por qué ahora quería alejar mis oportunidades? ¿Por qué lo que antes odiaba ahora lo necesitaba? La verdad es que ni yo lo entiendo, y ahora entiendo porque quizás puedan decir porque somos complicadas. Pero tal vez no es tan complicado. Al igual que un día después de ir al mal o de una larga caminata, necesitas llegar a casa, tirar tus zapatos, tomar el control de la tv y tirarte sobre el sillón a mirar una buena película y no pensar en nada. Eso era precisamente lo que necesitaba. 

BIENVENIDA SEÑORA SOLTERIA.



Existen momentos en que todo es un continuo ajetreo, como una especie de tienda famosa recién inaugurando, y otros que son menos entretenidos, como un fin de semana encerrado en una oficina. La verdad es que yo estaba en el periodo de inauguración de mi regreso a la soltería. Lo primero que quieres hacer después de terminar algún tipo de relación con algún chico, aparte de primero tragar un litro de helado mas un par de pasteles y un par de tragos con tus amigas, es conocer gente nueva y dejar que todo fluya. Y como siempre, ahí estaban mis amigas, Isidora y Florencia para acompañarme en esta travesía llamada Viña del mar, la ciudad jardín .
No sé si fue el aire marino o simplemente mi disposición a conocer gente nueva, que desde el primer día, mi plan surtió efecto. Fue ahí, entremedio de chicos que veían un partido de futbol más tres chicas que también les agrada el futbol,(Isidora, Florencia y yo)que  conocí a Señor Bonni. El hecho de que nos tratara de incluir en el grupo al primer momento en que entramos a la casa creo que fue lo que más me llamó la atención, bueno además de su físico y esa cara que dice “soy joven pero no tanto” y de “soy guapo pero no lo refriego en la cara cada 5 min”. Después de ver futbol venia la parte que esperábamos con las chicas, bueno más bien Florencia y yo, ya que Isidora por ese día tenia sus propios planes. Con Florencia, Señor Bonni y sus amigos fuimos a bajar un poco el alcohol ingerido y las calorías del fabuloso asado.
Como yo inauguraba mi soltería, fuimos precisamente a un lugar que lo inauguraban ese día. La fila era aun mas grande que la de un cajero único en una playa del momento. Sin embargo nosotros no tuvimos que hacer fila, ahora él porque ninguno lo tiene suficientemente claro. Apenas entramos  con Florencia no dudamos en bailar enseguida. Yo bailaba con un amigo de Florencia y Florencia bailaba con Señor Bonni. Pero en un cambio de pareja que se produjo (el motivo nunca lo entendí) yo bailaba frente a la persona que nos había recibido, Señor Bonni. La verdad esa noche bailando con él, la distancia entre su cara y la mía se acortó. Quedamos en vernos al otro día pero la verdad es que ninguno de los dos se acordó, y si lo recordé en algún momento lo pase por alto. Tenía claro que lo que había pasado mientras bailábamos pasaría solo esa vez.
Al otro día vinieron a mí los recuerdos y el ver que no tenía a quien llamar me hizo extrañar a Señor Cool pero la verdad es que las chicas no me dieron tregua y no tuve más tiempo para pensar y extrañar, de lo que tuve ese día.  Los días seguirían ajetreados sobretodo la última noche. Ahí fue donde conocí a un santiaguino extranjero en la ciudad jardín. Señor Kutsman era perfecto, me saco a bailar, era guapo, caballero, me invito a un trago y además quiso conocer a mis amigas y cruzar un par de palabras con ellas. Sin duda los días en Viña del mar fueron muy ajetreados. Pero aun quedaban mas días de locos en Santiago.  
No había duda alguna que lo que necesitaba en esos días era justamente lo que había tenido; locos días ajetreados sin un minuto libre para pensar en las cosas estúpidas que las mujeres llegamos a pensar cuando recién terminamos algún tipo de lazo afectivo.
Haciendo ya la maleta para partir de vuelta a Santiago tuve ese maldito minuto para pensar. En 60 segundos pude pensar en todo mi pasado, en lo que viví y a lo que volvería. ¿Qué haría una vez de vuelta en Santiago? ¿entraría en esas depresiones patéticas del volver a estar sola? Pero como en 60 segundos me hice mil preguntas, en 60 segundos también me respondí. Que estupidez si con las ruedas del bus camino a viña pise mi pasado, si había quedado algo, con las ruedas del  bus camino de vuelta pisaría lo que quedó en el cemento.