Viernes por la tarde y quería encontrar mis zapatos los necesitaba y no es que lo diga para justificarme si no que de verdad los necesitaba, tenía solo sandalias y botas, bueno además de uno que otro tacón.
Le pedí a Joaquín que me acompañara a verlos, ya sabía en que tienda estaban y todo. En 30 min estábamos allá pero para mi mala suerte no quedaban. Ya los había buscado por todas las sucursales de esta tienda pero no estaban. Fue entonces que me puse a buscar ropa junto a Joaquín, al cual siempre que le pido que me acompañe no se niega porque soy muy rápida porque llevo una idea fija de lo que quiero, al contrario de cuando elijo a un hombre ¿Qué es lo que hace a un hombre, el hombre correcto? ¿existe el hombre correcto?.
Para mi mala suerte no encontré nada, pero si Joaquín, que encontró 2 poleras y fue cuando se dieron vuelta los roles, ahora yo acompañaba a Joaquín.
15 min después, mientras esperaba que saliera de los probadores en la sección hombres, no pude evitar pensar en que cuantas mujeres existen en esta vida, que esperan a un hombre que por ahora no puede estar con ellas, pero que creen que algún día estarán juntos y se pierden al vecino del 5 piso. Al momento en que me estaba prometiendo que jamás haría eso, vino de pronto a mi mente señor extraño, quede asombrada y asustada de lo que me había convertido, una mujer que espera que llegue su oportunidad sin saber si algún día la tendría, era patética. Entonces tome la mejor opción la opción correcta, por fin, al igual que con mis zapatos, si no encuentro lo que quiero busco otra cosa.
Al fin llegue a mi departamento sin zapatos ni ropa y después de haber pensado durante todo el camino en mi situación hice lo que había decidido, le mande un mensaje donde le explicaba todo, y diciéndole una vez más la frase que tanto me cuesta: te quiero pero esta vez como despedida.
Al otro día experimente la sensación de no saber si lo que había hecho era lo correcto y si lo llegaba a ser ¿por qué no me sentía del todo bien?. Quizás el amor se parece mucho más de lo que creemos a la ropa y a todo lo que tenga que ver con moda, ya que cuando no puedes comprar algo porque no está quedas con la sensación de que algo te falta y no estás igual de feliz que si lo tuvieras en tus manos, pero ya luego se te olvida.
Y así fue, llego la tarde del domingo y junto a ella mi felicidad, el fin de semana asqueroso que había tenido termino. Logré escribir nuevamente después de unos días y volver a hablar estupideces con Isidora sin darme cuenta que tape el ventilador de mi notebook y se calentó y se apagó, al contrario de los hombres que funcionan calientes.
Pensé que había perdido todo lo escrito pero para mí buena suerte los programas de texto ahora guardan el borrador, pensando en chicas distraídas como yo.
Por suerte yo si guardo mi forma de ser, eso jamás se me olvida y con la luz de una luna cambiante en la habitación de mi departamento, aparecía nuevamente la Paula que había perdido inconscientemente esa mujer soltera, energética, loca y distraída que todas llevamos dentro.
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